Blogia

codependencia

extremoduro

extremoduro

sangre de la sangre que un día lancé al mundo

sioento tu encierro

 atenazando mi corazón

lo mejor

el amor que me lleva a pensar en ti

mientras roberto iniesta

me invita dulcemente a entrar al caos

la canción de que el viento se parará

donde nunca pasa nada 

te amo

te amo

te amo

te miro aún como el polluelo que quiso volar demasiado alto

demasiado pronto

y tal vez se rompió las alas sin darse cuenta

lates en las ramificaciones de mis venas

se rompió la cadena que ataba el reloj a las horas

dice la canción

y luego ironiza jesús alegría de los hombres de bach 

te veo

te siento en sueños

te extraño cada segundo

y no sé qué traerá mañana

ni pasado mañana

no dejo de preguntarme lo que hice mal

aunque sé que siempre hice lo mejor que pude

no dejo de preguntarme qué pasó 

aunque sé que son cosas que pasan 

solo te amo

te amo

te amo 

te amo 

no sé si el amor salva

al menos más de lo que puede doler 

no sé si el viento y el tiempo traen y llevan las palabras y los sueños 

la esperanza

se rompió la cadena que ataba el reloj a las horas

se paró el aguacero y ahora somos flotando dos gotas 

mi amor

cosa chiquitita que latiste alguna vez dentro de mi vientre

dejarte ir siempre destroza el alma

y sin embargo

cuando vuelven tu sonrisa y tu abrazo

y tus preguntas y tus comentarios

la esperanza renace 

cruel como ella sola

como la estrella de belén en la noche de los inocentes

solo por hoy (para mi hijo en su cumpleaños)

solo por hoy (para mi hijo en su cumpleaños)

me he defendido mucho
de la ilusión que dice siempre sí
me he defendido mucho
de la nostalgia que amarra las venas 
me he defendido de la fe que engaña
y sin embargo
tan solo verte
sentir tu abrazo nuevamente niño 
que sigue caminando 
luchando por crecer empecinadamente 
más allá de las redes del amor enfermizo 
y ese color de nuevo en tu sonrisa
para qué negar
este lazo de amor que vino con el principio del mundo
y que se tiene que desatar 
sin desatar
para qué esconderme finalmente 
de la certeza de los días que pasan 
y pasan 
y no dejan de pasar 
solo por hoy
/dice el programa/ 
voy a olvidar el miedo
y volver al minuto mágico y eterno
de tu vagido inaugurando el mundo 
solo por hoy 
voy a tejer de nuevo la esperanza
que galopa 
como un blanco caballo árabe
por campos otro tiempo desolados
y verla florecer
/solo por hoy/ 
terca y eterna hasta el confín del tiempo 

los adictos

los adictos

los adictos despiertan cada mañana con resaca
sabor pastoso de polvo en la garganta
pulmones sembrados de yerba
ropa y cabello sucios de pega
y quién sabe
el cerebro fundido

los adictos huyen del miedo
tan solo para verlo cara a cara
y de la soledad
aun cuando nunca estuvieron más solos
sollozan en las noches
aunque no lo quieran reconocer
mordiendo las almohadas que no guardan el sueño
o al menos
no más
de lo que esconden viejas verdades sórdidas

los adictos caminan
siempre en cuerdas muy flojas
alzadas a kilómetros del suelo
y se bambolean en los acantilados de todos los abismos
venden el cuerpo
porque ya no les queda alma
y sueñan
/aunque se nieguen a reconocerlo/
que un día
el sol podrá salir por algún norte nuevo

los adictos pregonan
haber pactado siempre con la sombra
y visten gruesos caparazones de acero
bajo los cuales
se adivinan tan solo
los ojos deslumbrados y gigantes
de niños aterrados

los adictos conocen quién los ama
y quién preferiría verlos muertos
y manipulan a unos y a otros
mientras les queda cuerda

amo a los adictos
con su carga de angustia denegada
y su enorme felicidad del cuerpo
desmentida por eso que llaman abstinencia
con su rabia
y sus ganas de matar
que son como matarse sin dejar ningún rastro

los amo
con su explosión de vómito
con el miedo que gritan
cuando en la sombra no quedan sustancias
con el pánico de las venas
acostumbradas al paso de las ratas

los amo
por su dolor oscuro
su violencia que muchos siglos antes
fue algo así como tan solo un resto de su vieja tristeza

los amo
más que a la niña que fue la abanderada en primaria y secundaria
o a la mejor soprano adolescente del conservatorio
y más que al niño que ganó el concurso de dibujo en el japón
o que al pequeño crack de la sub quince
porque mientras ellos construyen el orgullo familiar
los adictos trapean el estiércol
de los patios traseros de familias perfectas
que pululan en la antigua ciudad de Mierda
poblada de conventos
y lavan con su sangre y con sus lágrimas
pecados olvidados que cubren las paredes
de malolientes costras purulentas

se llaman pincho
costal
rocker
navitas
allulla
distroyer
titánico
focaccio
mago
polilla
chapa
piloto
viejo sapo
mono se llaman
y cuando el corazón les sale a flote
después de mucho trabajar la mugre
que buscaron para acallar el dolor
se encuentran almas repletas de nobleza
y los ojos espantados que de repente
han aprendido a sonreír de nuevo

amo a los que se paran
y más a los que caen
a los que luchan
y se dejan ganar
y vuelven a pelear
en un círculo eterno de duda y esperanza

los amo
por buscar tenazmente la huella de sus padres
y por odiar el llanto de sus madres
y por hacernos el trabajo sucio
de las rectas conciencias que prefieren
no ensuciarse las manos

amo hasta la locura
el brillo de unos ojos
que no olvidan la pena
pero ya han aprendido de la dicha
aunque a veces elijan
/nadie sabe por qué/
presentar su renuncia irrevocable

amo sus nombres de verdad
que no puedo decir
y amo también sus nombres de combate
y mataría mil veces
por su sonrisa recuperada
y los latidos de sus corazones
animosos y fuertes después del huracán

los amo desde adentro
aunque parezca raro
porque escogieron
/equivocadamente/
vivir en el infierno
para dejarnos libre el paraíso

va de nuevo

Hace tres semanas mi hijo tuvo que volver a la clínica de rehabilitación.

En realidad, lo veíamos venir y solamente esperábamos que se diera una circunstancia propicia.

Sin embargo, más allá de las anécdotas de este hecho, que no detallaré aquí, voy a exponer mis temores y lo que ronda en torno a este suceso:

  • Lo primero: el temor. Una recaída, según muchos, marca una alarma acerca de lo que se ha hecho mal en el primer proceso. Sin embargo, el temor va más allá: ¿seguiremos haciendo cosas mal a lo largo del tiempo? ¿Cuántas veces más recaerá? Viene la noticia terrible de alguien, ex compañero de centro, que se suicidó dándose un disparo. Y el inevitable temor: ¿...? Es preferible no tentar a través del miedo. Y sin embargo, el miedo no deja de estar ahí.
  • La culpa. Lo hicimos otra vez mal. Fui permisiva. No fui lo suficientemente firme. Me equivoqué en todo. Debí estar más alerta, no confiarme de... Gente con más experiencia dice que no, que tranquilos, que la decisión, en últimas, le corresponde a él. Sin embargo...
  • La ira. Rabia contra él, por haber recaído. Rabia contra el mundo, por ser como es. Rabia contra la misma droga, por estar en todas partes, como un macabro dios al revés. Pero sobre todo rabia contra mí misma, por no haber sido capaz de impedirlo.

Hoy por hoy, se han impuesto los sentimientos negativos. Y tal vez expresarlos sea un primer paso para poder superarlos. Es parte del proceso, me digo, en medio de la culpa, la rabia y el miedo. Pero veo que lo que más temo es abrirle la puerta a la esperanza... y que vuelva a fallar.

míralo todo con amor

míralo todo con amor

 

míralo todo con amor

 

al amigo que deja de frecuentarte

es parte de su proceso

respétalo

 

al hijo que no es lo que soñaste

tiene derecho de construir su propia historia

suéltalo

 

al colega que te levanta la voz

no sabes qué clase de día pasó

relájate

 

a aquella autoridad intransigente

no conoces la angustia de su corazón

ten paciencia

 

a quien crees que te dejó de amar

tal vez tan solo sigue su camino

abre tu mano

y déjale volar

 

a quien te juzga y se cree mejor

tal vez tan solo teme

cometer el mismo error

olvídalo

 

a quien partió para la eternidad

comprende que su ciclo terminó

despídete

 

a la sombra de un pasado que te hizo llorar

te construyó como lo que eres hoy

agradécelo

 

y a quienes aún están

acompañan

y dan

solo bendícelos desde tu corazón

 

míralo todo con amor

 

a ti misma

a ti mismo

espejo de un Universo que quizá rechazas

abrázate

perdónate

acéptate

tal como te quiso Dios

soy la madre de un niño malo

soy la madre de un niño malo

 

Hace unos días alguien llamó a mi puerta. Era el padre de uno de los amigos menores de mi hijo, un niño que hace poco comenzó a consumir drogas. Vino con él y me dijo, tajante y ’enérgico’, que no aprobaba la amistad de nuestros hijos, que por favor no recibiera a su niño en mi casa y que él tampoco iba a recibir a mi hijo en la suya. Que si veía a nuestros hijos juntos iba a tomar (así lo dijo) ’medidas más drásticas’.

Supongo que ese eufemismo tal vez se refiere a mandar a mi hijo a la cárcel o meternos a todos en algún lío legal.

Lo peor (o lo mejor) de todo, es que yo comprendo a ese padre, porque ese camino ya lo anduve hace algún tiempo. Yo también hice llorar de miedo a otra madre mencionándole la expresión ’medidas drásticas’. Yo también prohibí amistades y pensé que el problema de mi niño adicto eran las malas compañías que lo habían conducido por la oscura senda de la perdición. 

Porque yo era ’inocente’. 

Le eché la culpa al padre ausente. 

A la vida. 

Al mundo actual... 

Toma tiempo comprender, y sobre todo aceptar que la calentura rara vez está en las sábanas. Y que, claro, cambiar las sábanas puede ayudar a refrescar a una persona con fiebre. Pero tal vez sea mejor un antipirético, o directo un antibiótico. 

Al señor indignado le di la razón, claro. Cómo iba a pelear con un corazón lanceado por el más espantoso dolor: saber, haber comprobado, mirar que el hijo de una es un adicto. Que se hace daño consumiendo venenos de toda clase. 

Cómo decirle, en ese momento de su proceso, que una adicción no es solamente el proceso de corrupción de un niño por parte de agentes externos. Cómo hacerle entender que las semillas de la adicción están en el interior de la familia: en la falta o exceso de referente paterno, en el hermano que fue adicto primero, en el dolor del corazón de los niños que no saben cómo más acallarlo que con la furia de las sustancias. 

Eso lo tuve que aprender yo sola, andando el camino que este pobre hombre indignado con el mundo al punto de no poder encontrar respuestas en su propio corazón ha iniciado ahora. 

Soy la madre de un niño malo. Sí. Un niño malo que con su ’maldad’ nos obligó a revisar todo nuestro esquema familiar y a replantear nuestra vida de un modo diferente y mejor aunque aparentemente hayamos perdido alguna de las batallas. 

No sé si mi hijo recaído sin exageración tenga que ver algo en el proceso del suyo. Lo que si sé, es que si no hubiera sido mi hijo, de seguro habría sido el niño malo de otra madre. O el mismo hermano mayor que comenzó con la marihuana apenas unos cuantos años atrás. 

El hombre se fue satisfecho, pensando que me amedrentó.

Pero yo en realidad he vuelto los ojos hacia el interior de mi corazón, y lo único que siento es lástima y solidaridad. Sé por dónde está transitando, y lo único que pido para él es que el Poder Superior se haga presente e ilumine su camino de codependiente como hace cada día con el mío. 

agnus dei

agnus dei

como el cordero
de dios
te veo sumergirte nuevamente
en el miedo
en el ansia de muerte
en el paraquétodo
y te amo más
cuando pienso desprenderme
nuevamente de ti
sin que me importe el odio ni la rabia
en esa desazón de pretender
salvar
la vida que no entiendes
¿tengo derecho?
/me pregunto/
¿tengo derecho de cortar tus alas
aunque te lleven a estrellarte
contra la roca informe de la noche
más oscura de todas?

en algún lugar
las lágrimas se han terminado
y solo queda
un hueco que se llena de preguntas
sería mejor
tal vez
soltar la rienda del destino
y dejar que sea
lo que tenga que ser
no pelearle al dolor
que te hace no desear
ni a las ganas de hundir en desenfreno
la angustia sorda de tus breves años

quién soy yo
para oblilgarte a retener
la vida que te di sin pensar mucho
quién soy yo
para enjaular tus ansias
pajarito asustado
quién soy
y sin embargo
qué

como el Cordero de Dios
con pecados ajenos horadando la piel
tendrías que entender
que la felicidad es más sencilla
que basta solo con morir un viernes
y abrir los ojos
de nuevo
un domingo
en el que el sol de nuevo se levanta
como si nunca
hubiera
sucedido
nada

cosas lindas

cosas lindas

 

el abrazo del hijo que pregunta, como un niño, si se ha portado bien

los chistes de la hija que demuestra que sacó la vena humorística de la madre

el apoyo de los amigos que siempre están ahí aunque a veces parezca que se han ido

la ternura sin trabas de las mascotas

el apoyo de quienes nos ayudan cada día de la vida

las palabras de cariño y aliento que vienen sin que las hayamos pedido

y el amor que, como una corriente divina, nunca deja de circular, aunque no sea del modo convencional

los doce pasos de los codependientes anónimos

los doce pasos de los codependientes anónimos

 

- (Adaptación de los 12 pasos de Alcohólicos Anónimos)

  1. Admitimos que éramos impotentes respecto al poder sobre los otros y sentimos que nuestra vida se había vuelto ingobernable. 

  2. Llegamos a creer que un Poder Superior a nosotros podría repararnos y devolvernos el equilibrio. 

  3. Resolvimos confiar nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de Dios, según nuestro propio entendimiento de él.


  4. Sin temor hicimos un minucioso exámen de conciencia.


  5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otros seres humanos la naturaleza exacta de nuestros errores.


  6. Estuvimos enteramente dispuestos a que Dios eliminase todos estos defectos de carácter.


  7. Humildemente pedimos a Dios que nos librase de nuestras culpas.


  8. Hicimos una lista de todas las personas a las que habíamos perjudicado, y estuvimos dispuestos a reparar el mal que les ocasionamos.


  9. Reparamos directamente el mal causado a estas personas cuando nos fue posible, excepto en los casos en que el hacerlo les hubiese infligido más daño o perjudicado a un tercero.


  10. Proseguimos con nuestro exámen de conciencia, admitiendo espontáneamente nuestras faltas en el momento de reconocerlas.


  11. Buscamos a través de la oración y la meditación, mejorar nuestro contacto consciente con Dios como nosotros lo concebimos, pidiéndole sólo que nos dejase conocer su voluntad para con nosotros y nos diese la fortaleza para cumplirla.

  12. Habiendo logrado el despertar espiritual como resultado de estos Pasos, tratamos de llevar este mensaje a otros codependientes, y practicar estos principios en todas nuestras acciones.

lo más difícil

lo más difícil

Lo más difícil es saber adónde va, qué hace, y no poder controlarlo. Y aceptar, según el primer paso de los doce, que no se puede controlar. Lo más difícil es pensar que el asunto no está en nuestras manos, que las prohibiciones no sirven en un joven de esa edad, que ya nada.

Lo más difícil es dejar de preguntarse qué hizo o qué no hizo una, o qué hizo mal para que esta situación  viniera, se desatara, se instalara, se pausara, regresara. Por qué a mí. Y en el fondo pensar en lo que dirían de nuevo todos si es que se enteraran. Mantener el secreto porque no se quiere volver a vivir la vergonzante situación de tener que explicar, comentar, decir cosas.

Pensamos en el hijastro del prominente banquero, en esa persona que ahora es recontraconocida en el ambiente underground de la ciudad, cuya madre sigue con su vida, con su labor de beneficencia y de apoyo a su marido mientras este trozo de sus entrañas anda por ahí enredado en líos de narcotráfico menor, de consumo imparable y tanta cosa por el estilo. 

Lo más difícil es mirarlo sonreír, hablar con él, !amarlo tanto!... sin pensar con terror en el futuro, en lo que tal vez  pase. 

Lo más difícil es convencerse de que el Poder Superior sí quiere finalmente nuestro bien. Y confiar.

Eso es lo más difícil...

vivir con la preocupación

vivir con la preocupación

 

Viernes.

Mi hijo decide salir con sus amigos a un concierto. Bueno, el concierto es en la noche, pero él sale desde temprano en la tarde. 

Yo sé para qué.

Decido seguir uno de los lemas del programa de recuperación: soltar las riendas. 

No es fácil. 

Soltar las riendas y entregárselas al Poder Superior. 

Pensar que ahí arriba alguien se está encargando de él, de mí, de nosotros. 

Y sin embargo, hay miedo y también frustración.

No puedo impedir que él haga lo que quiera hacer.

Tampoco puedo vivir con miedo y angustia.

Suelta las riendas, me dice el programa. Suéltalas.

Pon las cosas en manos del Poder Superior.

Pienso que debo dejar de escribir esto e irme a estudiar mis cosas, a dibujar mis arcanos de anime que han estado tanto tiempo abandonados. Debo seguir mi vida, y confiar en que todo lo que pasa estará en manos de alguien más sabio y poderoso que yo.

A ver si lo consigo.

solo por hoy

solo por hoy

 

1. Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de m i vida todo de una vez.

2. Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie, sino a mi mismo.

3. Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en este también.

4. Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten todas a mis deseos.

5. Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura; recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.

6. Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.

7. Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me sintiera ofendido en mis sentimientos procuraré que nadie se entere.

8. Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.

9. Sólo por hoy creeré firmemente aunque las circunstancias demuestren lo contrario- que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie existiera en el mundo.

10. Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.


codependencia

codependencia

Hace tres semanas, tal vez un mes, me enteré de que mi hijo recayó en sus consumos. Era algo que ya se veía venir, de alguna forma. Bueno en realidad se veía venir porque ya había venido. Tres meses, según él. Lo tuvo bien ’tapiñado’.

Por un instante me asaltó el miedo, el pánico de todo lo que vivimos en tiempos pasados. Por otro lado, la decepción y la vergüenza de no haber mantenido un proceso exitoso, como aparentemente muchos otros lo hacen. Sin embargo, él mismo ha asegurado con frecuencia:

-De cien recuperados, solo uno se mantiene parado.

Hubo un tiempo en el que decía: "Y yo voy a ser ese  uno".

Luego dejó de decirlo. Y advierto que cuando amenzaba con recaer en realidad ya estaba recaído.

Y sin embargo (muchos me lo dijeron) no es lo mismo que antes.Ni para él, ni para mí. Es muy diferente a la vez anterior, al menos de momento. Aunque hay nuevas angustias: no sé si me engaña, no sé si hace ’buena letra’ para que yo no lo moleste o si sinceramente le interesa mantener un perfil de vida tranquilo, sin perturbar ni hacer daño... ni hacerse daño.

Por otro lado, también me lleva a revisarme a mí. A ver en mi interior. A preguntarme qué pasó, qué  no pasó. En qué fallé. En qué fallamos.