lo más difícil
Lo más difícil es saber adónde va, qué hace, y no poder controlarlo. Y aceptar, según el primer paso de los doce, que no se puede controlar. Lo más difícil es pensar que el asunto no está en nuestras manos, que las prohibiciones no sirven en un joven de esa edad, que ya nada.
Lo más difícil es dejar de preguntarse qué hizo o qué no hizo una, o qué hizo mal para que esta situación viniera, se desatara, se instalara, se pausara, regresara. Por qué a mí. Y en el fondo pensar en lo que dirían de nuevo todos si es que se enteraran. Mantener el secreto porque no se quiere volver a vivir la vergonzante situación de tener que explicar, comentar, decir cosas.
Pensamos en el hijastro del prominente banquero, en esa persona que ahora es recontraconocida en el ambiente underground de la ciudad, cuya madre sigue con su vida, con su labor de beneficencia y de apoyo a su marido mientras este trozo de sus entrañas anda por ahí enredado en líos de narcotráfico menor, de consumo imparable y tanta cosa por el estilo.
Lo más difícil es mirarlo sonreír, hablar con él, !amarlo tanto!... sin pensar con terror en el futuro, en lo que tal vez pase.
Lo más difícil es convencerse de que el Poder Superior sí quiere finalmente nuestro bien. Y confiar.
Eso es lo más difícil...
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