soltar las riendas
Esta parte se me suele poner difícil. ¿Qué hacer cuando parece que las cosas se van a ’despeñar’ irremediablemente? No es fácil. La tentación nos aconseja ir al celular, perseguir, buscar, dar consejos, mandar mensajes de texto para controlar...
Sin embargo, y poco a poco, vamos comprendiendo el alcance de las herramientas que nos da el programa de Nar-anon: soltar las riendas tiene que ser eso, soltarlas. No importan las taquicardias iniciales, ni la tensión en el cuello, ni el dolor de cabeza. Es precisamente en esos momentos cuando se pone en juego la fe de cada persona y la confianza que ha podido adquirir en su Poder Superior.
¿Qué hacer en el momento de pánico?
Por difícil que resulte, hay que poner en juego la confianza, y saber que alguien más grande y poderoso que nosotros se ocupa de nuestro adicto y de nuestra vida también.Entonces, en lugar de estar dándole vueltas en nuestra mente a las preguntas angustiosas o a las suposiciones demenciales, podemos ocuparnos mental y manualmente en algo que nos distraiga de la obsesión controladora: hagamos ejercicio, tomemos un baño, leamos un libro tranqulizador. Si vamos a orar, no lo hagamos desde la angustia, sino desde la confianza y la tranquilidad de que un Poder Superior está al mando.
Hacer una llamada telefónica también es una solución válida en estos casos. Compartir nuestros sentimientos y temores con nuestra madrina, con nuestro padrino, con alguien del grupo de apoyo o del Programa, con un amigo o amiga de confianza que sabemos que nos tratará con sensatez y calma.
Soltar las riendas no es una tarea fácil. Sin embargo, en la práctica se irán puliendo los detalles y sobre todo aprenderemos a observar poco a poco cómo esta confianza en algo más grande y poderoso que nosotros resulta en beneficios para nuestra recuperación.
0 comentarios