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recaídas

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Cuesta mucho pensar que la recaída no será una ni dos, sino que pueden ser muchas a lo largo de la vida de una persona que sufre de adicción. La recaída se vive a veces como un paso necesario en el proceso de la adicción hacia la recuperación.

Sin embargo, es importante saber que la recaída en consumo va acompañada de recaídas emocionales, muchas veces sutiles, que se pueden manifestar de diversas formas: irritabilidad, inestabilidad, dejar de asistir a grupos de apoyo, volver a frecuentar amistades de consumo... En fin, todas estas son señales de que algo se está incubando.

Ahora bien, la pregunta más difícil es ¿qué hacer? Todo depende, diríamos. Depende sobre todo de las normas y estándares que como familiares de una persona con adicción nos hayamos puesto. Depende también de lo que estemos dispuestos a tolerar y a soportar. Y depende de aquello que en nuestra vida consideramos no negociable. Sobre todo de esto último.

Como conocedores de lo que es el infierno de la adicción activa, cuando se anuncia una recaída tendemos a entrar en pánico. Sin embargo, es muy importante tomar conciencia, más que de lo que debemos hacer, de lo que no es conveniente hacer de ningún modo, y sobre todo estar conscientes de que también nosotros recaemos en nuestra codependencia de varias formas. Y con frecuencia nuestra recaída en una codependencia mal manejada puede empeorar la situación de una recaída en la adicción activa.

¿Qué hacer, entonces? O mejor dicho: ¿qué no hacer? Algunas sugerencias nacidas sobre todo de una experiencia personal:

  1. No entrar en pánico: esto es fundamental. El pánico es mal consejero y puede llevarnos a hacer cosas que con serenidad no haríamos.
  2. Aplicarnos los tres primeros pasos del programa. Saber que somos impotentes ante la adicción, comprender que solo un Poder Superior (en la concepción que de él tengamos) nos puede auxiliar y entregarle la situación sinceramente desde el fondo de nuestro corazón o soltar las riendas...
  3. Aplicar con firmeza las normas y reglas que hayamos puesto en nuestro entorno familiar. No ’crear nuevas reglas’ improvisadas en medio de la angustia para manipular y forzar a nuestro adicto a hacer lo que queremos o creemos más conveniente desde nuestro punto de vista.
  4. No ponernos a perseguir y a espiar a nuestro familiar adicto para saber qué es lo que está haciendo. Darle confianza. La persecución puede conducir a que se precipite un consumo o a agravarlo, si es que ya se está dando.
  5. No ceder a manipulaciones. Ignorar las frases y comentarios destinados a desestabilizarnos y a asustarnos.
  6. Separar el adicto de la adicción. Mirar con amor y paciencia a nuestro adicto, sin que esto signifique tolerar comportamientos inaceptables.
  7. Aplicar las tres "c": no lo causé, no lo puedo controlar ni lo puedo curar.
  8. Ocuparnos de nosotros. Tener tranquilidad. Seguir con nuestra vida y buscar y hacer las cosas habituales que nos dan placer y felicidad. 
  9. Apoyarnos en nuestros grupos, compañeros y madrinas o padrinos. No dudar de asistir a reuniones, leer literatura y llamar por teléfono si nos hace falta.

Si bien resulta difícil tomar estas actitudes, es importante mantenernos firmes en nuestro proceso de recuperación antes que pretender influir en el proceso de recuperación ajeno. Recordemos que solamente podemos cambiarnos a nosotros mismos.

Si se les ocurre otro ’tip’ para enfrentar las recaídas, pueden añadirlo a manera de comentario.

Y recuerden siempre: "Solo por hoy podemos (y debemos) ser felices". Risa

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