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codependencia

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Hace tres semanas, tal vez un mes, me enteré de que mi hijo recayó en sus consumos. Era algo que ya se veía venir, de alguna forma. Bueno en realidad se veía venir porque ya había venido. Tres meses, según él. Lo tuvo bien ’tapiñado’.

Por un instante me asaltó el miedo, el pánico de todo lo que vivimos en tiempos pasados. Por otro lado, la decepción y la vergüenza de no haber mantenido un proceso exitoso, como aparentemente muchos otros lo hacen. Sin embargo, él mismo ha asegurado con frecuencia:

-De cien recuperados, solo uno se mantiene parado.

Hubo un tiempo en el que decía: "Y yo voy a ser ese  uno".

Luego dejó de decirlo. Y advierto que cuando amenzaba con recaer en realidad ya estaba recaído.

Y sin embargo (muchos me lo dijeron) no es lo mismo que antes.Ni para él, ni para mí. Es muy diferente a la vez anterior, al menos de momento. Aunque hay nuevas angustias: no sé si me engaña, no sé si hace ’buena letra’ para que yo no lo moleste o si sinceramente le interesa mantener un perfil de vida tranquilo, sin perturbar ni hacer daño... ni hacerse daño.

Por otro lado, también me lleva a revisarme a mí. A ver en mi interior. A preguntarme qué pasó, qué  no pasó. En qué fallé. En qué fallamos.

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